Se cierra el Iboga Summer Festival 2016 tras 80 horas de música y 30.000 asistentes, un festival que se consolida en la playa de Tavernes de la Valldigna como la principal cita española especializada en música balcánica.
El festival ha cumplido las expectativas de asistencia al ganar un 36% de participantes respecto a los 22.000 que congregó el año pasado. “Estamos muy satisfechos de haber alcanzado este número de asistentes en solo cuatro ediciones”, aseguran Álvaro Garro y Ángel Crespo, codirectores del festival, para quienes la cifra “demuestra que existe un público interesado en músicas tradicionalmente asociadas a las minorías y que hasta hace poco no estaban presentes en los escenarios españoles”. “El Iboga se ha consolidado como único festival español de sus características gracias a un público entregado y fiel que lo ha convertido en la principal referencia española del circuito internacional de música balkan y gypsy ”, afirman.
Los organizadores han destacado la colaboración con el Ayuntamiento de Tavernes, que por segundo año ha facilitado que el recinto reúna las condiciones necesarias para albergar el festival y garantizar el disfrute de los asistentes; con Som Energia, para suministrar electricidad 100% verde; y con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, a la que se han donado abonos por valor de 6.000 euros y a través de la cual se ha facilitado la asistencia de personas refugiadas al festival en calidad de invitadas.
El jueves, los italianos Empatee du Weiss inauguraron las actuaciones en el escenario principal con su mezcla instrumental de ska, jazz, reggae y ritmos balkan, en lo que supuso tanto su debut ante el público español como un buen aperitivo del festival. Inmediatamente después aparecieron en escena The Slackers como primer cabeza de cartel. En la única parada española de la gira internacional de presentación de su nuevo disco, la banda neoyorkina de ska fundada en los 90 fusionó los primeros sonidos jamaicanos con la música americana de los años 50 y 60. Pasadas las diez de la noche inició su actuación el marfileño Alpha Blondy, rey del reggae africano, con la orquesta The Solar System y un mensaje reivindicativo y pacifista, que tuvo su manifestación más destacada con la conocida canción “Peace in Liberia”, con la que Alpha Blondy pidió paz para todo el mundo. Además los ibogueros pudieron escuchar temas de Positive Energy, su último disco, que reúne diferentes sonidos de África en una torre de babel de canciones que incluyen desde el dioula al inglés, el francés, el hebreo y el árabe en sus letras.
Los decibelios aumentaron a partir de entonces en paralelo a las ganas de bailar. Primero, con el ska rock de los madrileños Spin Te Kú, cuya actuación alcanzó su punto álgido con el tema Ibogaína, autoproclamado como himno del Iboga. Después con los bosnios Dubioza Kolektiv, otro de los nombres esperados de la noche por su contundente mezcla de ska.
El trío Blow inauguró el programa del escenario principal en la tarde del viernes. Dos saxofones y una batería fueron suficientes para crear el sonido de una auténtica banda con guitarra y bajo incluidos. Su característica puesta en escena con máscaras dejó todo el protagonismo a la música. A continuación la canadiense Tia Brazada sedujo al público con su voz melódica y sensual. Ataviada como una estrella pin-up, boa de plumas y gafas de sol de gato incluidas, invitaba a seguir el ritmo de su repertorio de jazz swing que fue in crescendo hasta alcanzar ritmos cercanos al charlestón. La formación franco-alemana Äl Jawala cambió de registro con su sonido gypsy de fondo electrónico, conseguido solamente con metales, percusión y saxofones. “Wake up”, el primer tema de su último disco Hypnophonic con reminiscencias al sonido Bollywood, daba comienzo a su actuación. Sin embargo, el momento de mayor conexión con el público se produjo cuando los músicos se reunieron en corro en la arena mientras seguía el concierto.
Tape Five devolvió el swing al escenario del Iboga. El alemán Martin Strathausen se apoderó de las tablas como un gran divo del género para tocar temas de su recién publicado trabajo Circus Maximus, como “Mad Dogson the Scene”, pero también versiones de grandes clásicos como “Summer Time”.
Solo habían pasado dos años desde su primera visita al festival en 2014 pero el regreso de Goran Bregovic era muy esperado por los ibogueros. Sentado y de blanco como la última vez, y acompañado por su orquesta de músicos y coristas caracterizados con trajes típicos de los Balcanes, Bregovic desató la locura nada más comenzar el concierto. Los bailes del público levantaban una humareda de polvo que se fue haciendo más grande conforme avanzaba. Sonaron temas del álbum Champagne por Gypsies pero el broche final lo pusieron “Bella Ciao” y “Kalasnjikov”.
El punk folk de los locales X-Fanekaes tomó el relevo a Bregovic cuando las ganas de danzar ya eran insaciables. Con el álbum Sexe, cassalla i punkfolk recién publicado y tras pasar por la carpa de circo en 2015, los valencianos mostraron una gran entrega. Y con el nivel más alto de locura iboguera, los húngaros Bohemian Betyars hicieron su aparición en el Iboga por tercer año consecutivo. El cierre de la noche estuvo reservado a Little Big.
El programa del sábado en el escenario principal empezó con Gypsy Ska Orquesta, ganadora del concurso de bandas emergentes, en cuya fase previa participaron 42 candidatos. Para el grupo de origen venezolano es una gran noticia el haber ganado ya que da sentido a su apuesta de incluir España dentro de su gira europea. “Fue riesgo que tomamos y una inversión grande pero vimos que había una oportunidad de ganar”, explican.
Tras ellos, los belgas de OPMOC regresaron a las tablas del Iboga para animar el atardecer con su peculiar fusión de estilos y guiar al público en sus bailes, que acataba sus órdenes divertido. En un mismo tema fue posible escuchar una sirena y un jam block acompañando tanto ritmos ska punk como acordes de salsa. A continuación la cumbia chilena de Chico Trujillo llenó de color y folclore latino la fiesta iboguera. Por primera vez este género popular latinoamericano sonaba en el festival con un entusiasta recibimiento por parte del público. El siguiente grupo también era muy esperado. Con 20 años sobre los escenarios, los Kultur Shockaterrizaban en el Iboga con su contundente fusión de gypsy punk y balkan rock. La banda de Gino Srdjan Yevdjevich dio muestra de una gran entrega y energía. Justo después hicieron su aparición Bad Manners que, encabezados por el carismático Buster Bloodvessel, espolearon los pies del público iboguero haciéndole saltar y bailar con hits como Lip up fatty, Sally Brown, Lorraine e incluso versiones de Can’t take my eyes of you, Woolly Bully y Can-Can. Los británicos están de tour de 40 aniversario y había que celebrarlo por todo lo alto. Los griegos de Koza Mostra tomaron el relevo con un directo donde sonaron otros matices del balkan, aquel que surge en la península helénica y se funde con otros sonidos contemporáneos.
El cierre del Iboga corrió a cargo de los valencianos La Trocamba Matanusca y de los gallegos Chotokoeu. Ambos repetían tras pasar por el escenario principal el pasado año, pero estaban designados a poner el punto y final a esta cuarta edición al representar entre ambos la fusión de balkan, gypsy, swing y ska que caracteriza al festival, y ser dos de los grupos más aclamados por el público iboguero.