Hay una sensación que solo se entiende en el norte. En ese punto de la carretera en el que los árboles empiezan a ser más verdes y el aire más frío y de verdad y te dan ganas de sonreír porque te sientes como un poco más en casa. Puede que esa forma de sentirse reconfortado se parezca bastante a la euforia que produce llegar a una ciudad y ver que la mayoría de las personas que caminan por ella comparte algo contigo. Están de festival. Y cuando tienes las dos cosas, lo único que quieres hacer es saltar del coche y pedir el primer patxaran para celebrarlo. Creo que fue el comienzo de muchos para esta última edición del Gasteiz Calling, que sin duda ha sido toda una demostración de intenciones. La de quedarse, de haberse asentado como un festival que quiere crecer y consolidarse y por supuesto, la de demostrar la singularidad del evento, dejando claro que no tiene nada que ver con su primo hardcoreta gallego ni con ningún otro festival de la península.

La cita consiguió reunir a tanto a mayores, que habían crecido con la música de los artistas a del festival como a punkis prácticamente adolescentes, deseosos de poder atesorar en su recuerdo el logro de haber podido asistir a un concierto de alguno de los legendarios grupos con los que contaba el cartel. Estos formaban una selección que iba desde grandes embajadores de ese punk surfero californiano que tanto caló en los noventa, hasta el hardcore más autóctono, consiguiendo un estilo de evento muy poco frecuente de ver en nuestro país.

La edición de este año y la cuarta con la que cuenta la vida del festival no solo ha sido la más multitudinaria, también ha necesitado una mayor dosis de esfuerzo, tanto para hacer gestionar un cartel y un público mucho más numeroso, como para acallar de una vez las quejas sobre la acústica del Iradier Arena. Y viendo el resultado final, el esfuerzo estuvo más que compensado.

Viernes 9 de noviembre

La jornada del viernes comenzó con lluvia, viento y dos de la tierra, los bilbaínos Rat-Zinger fueron los encargados de inaugurar el festival y hacia las cuatro de la tarde su punk cargado de potencia empezó a resonar en el recinto. Les seguirían los vizcaínos XXL, con un punk mucho más melódico que no hizo perder la energía.

Los siguientes en aparecer en el escenario fueron los israelíes Not on Tour. Un grupo de punk con un toque ochentero, todo un descubrimiento para los que no lo conocíamos. Su vocalista, Sima Brami (una de las pocas mujeres que pudimos ver sobre el escenario del Gasteiz Calling), consiguió cargar la atmósfera de energía con sus canciones de ritmos rápidos, cargadas de mensaje social y críticas al gobierno de su país. Difícil olvidar temas como I wanna be like you, cuya mezcla de tonos propios del hardcore con ritmos de estilo pop hizo que el estadio se levantara en el menos de un minuto de duración de la canción.

El siguiente grupo en aparecer sobre el escenario, Nation on fire, trajo desde desde Bélgica la nota emotiva, al querer dedicar uno de los temas del concierto, al cantante de Kortatu Fermín Muguruza. Desde luego, dado el lugar en el que se encontraba, el gesto caló muy ondo y tras la ovación de los presentes los siguientes temas fueron un despegue de energía, no solo por parte de los ritmos de hardcore con un toque surfero por los que se distingue el grupo, si no también por parte del público, que hizo que el final del concierto fuera un baile imparable.

Y por fin saltaron sobre el escenario uno de los grupos más esperados del cartel. No solo por la enorme masa de fans que reúnen, sino porque las dudas sobre su presencia en el festival estuvieron latentes hasta el último momento. Los británicos GBH, fueron los últimos en incorporarse al festival como sustitución de la baja de The Exploited, y a pesar de haber cancelado los anteriores conciertos por el estado de salud de algunos miembros del grupo, demostraron que siguen más que en forma y el público no paró de corear algunos de sus temas más míticos como Sick boy o City attacked by rats. A pesar de que el sonido pareció fallar en algunos momentos, el grupo embajador del punk británico consiguió no defraudar a nadie.

Hacia las once de la noche comenzó otro de los momentos estelares de la jornada del viernes. La nota hoollingan del festival de la mano de los Cockney Rejects aseguraba un momento de pogos y locura dentro del Iradier Arena, y así fue. Los embajadores del Oi! Británico hicieron gala de orígenes, tanto en las continuas referencias a su barrio, el East End de Londres  como entonando su particular versión del mítico himno I’m Forever Blowing Bubbles. Los Cockeny Rejects serán eternos.

Después de una pausa para que los asistentes pudieran recargar los vasos y con la energía de los británicos aún flotando en el ambiente, comenzaron a sonar las primeras notas del Servants Of Death de la banda sueca Refused. Un concierto que podría definirse con un estado de trance en el que la locura es la principal protagonista. A pesar de la sobriedad con la que el cantante de la banda, Dennis Lyxzen parecía moverse por el escenario, de alguna manera consiguió mantener al público suficientemente arriba para conseguir la explosión que trajeron temas como su mítico New Noise. El discurso reivindicativo y anticapitalista estuvo muy presente en el siempre sorprendentemente educado discurso del cantante, que también aprovechó para recriminar la falta de mujeres en el mundo de los festivales.

Tras ellos llegó el turno de Soziedad Alkoholika y lo que solo puede definirse con una palabra; espectáculo. Desde su primer paso sobre el escenario quedó claro que estaban allí para arrasar. El despliegue de fuerza del que suele hacer gala la banda alavesa pareció duplicarse en este concierto en casa que contó la luminología sobre el escenario más elaborada del festival. Luces, humo y críticas contra gobierno, policía, sistema y dioses con clásicos como Ratas“o “Piedra contra Tijera“. Viva la devastación y el kalimotxo.

Suicidal Tendencies y sus fans voladores fueron los encargados de cerrar el primer día de festival. Uno de los conciertos más divertidos, tanto por los empeños del cantante Mike Muir, de encargarse de convertir partes del concierto en momentos de animación hacia el público, que en algunos momentos parecía ir a levantarse del suelo de la sala, como por la idea de este de meter a todos los fans posibles del escenario. Espectáculos a parte, los músicos, aunque quedaron ligeramente eclipsados por la gran presencia del cantante, estuvieron impecables.

Sábado 10 de noviembre

La segunda jornada del festival comenzó fuera de los muros del estadio, concretamente en el Gasteizko Gaztetxean, donde la banda catalana Crim ofreció un concierto gratuito que consiguió trasladar el festival a la ciudad. La resaca parecía no notarse dado que los asistentes comenzaron a agolparse en la puerta desde relativamente temprano. Después del concierto, parada indispensable en el centro de Vitoria y sus bares plagados de ese ambiente festivalero que en ocasiones es una cura contra todo, .Una iniciativa que siempre se agradece y que también aporta particularidad a los festivales, dándoles una denominación de origen que hace que no puedan ser los mismos si se celebrasen en otro sitio.

Aunque este mismo ambiente fue uno de los culpables de que tengamos que contar a los berlineses Bad Co. Project como primer concierto dentro de los horarios oficiales del festival. Una pena no haber visto a los Lions Law, ya que los parisinos prometen. Pero el grupo resurrección de los Oxymoron dio de sí con todo su punk underground y salvaje, quedando más que compensada la carrera para poder escucharlos.

Street Dogs

Les seguía otro grupo con estela, los Street Dogs que se encargaron de trasladar desde Boston ese buen royo que el punk irlandés se encarga de esparcir por cualquier lugar donde suene. La banda liderada por el cantante de los Dropkick Murphys era una de las más esperadas de la noche y desde luego no defraudó. Temas como Punk Rock & Roll hicieron que la mayor parte del público terminase cubierto de cerveza a causa del baile eufórico que se preparó en el estadio. Una excursión a Dublín sin salir de Vitoria.

Otro de los grupos esperados, además de por su trayectoria, porque probablemente fueran la elección más arriesgada del cartel, fueron los londinenses The Boys. A pesar de un estilo que probablemente no se acercara al de ninguno de sus compañeros de cartel, apostar por un concierto de power-punk en un festival mucho más hardcoreta me parece una propuesta cuanto menos divertida y juraría haber visto que hasta los más reacios a abandonar la pose de incredulidad terminaron saltando con Soda Pressing.

Llegó el turno de los Segis (Segismundo Toxícomano) y siempre hay que decir que juegan en otra liga. ¿Qué no fue el mejor concierto de festival? – Probablemente. ¿Qué la conexión y el nivel de implicación con el público hicieron que lo pareciera? – También bastante probable.

Segis

Tras ellos, el contraste de Prophagandi, los que probablemente fueran los músicos con más nivel técnico del festival. Un hardcore para melómanos, muy fino y cuidado. Con A Speculative Fiction creo que se pudo cortar la adrenalina que corría por los muros del Iradier.

Tras ellos, el momento de dejarse las gargantas con los neoryorkinos Agnostic Front. Verdadera furia en forma de temas como Gotta Go, cuyo inicio tuvo que resonar en toda Vitoria. Bengalas saliendo de los rincones, coros hasta el cielo y puro fuego desde las guitarras del escenario. Y por supuesto, el momento en el que Roger Miret tuvo la feliz idea de intentar entonar    como broche para hacer inolvidable un concierto que ya de por sí lo era.

Y por fin, despidiendo el festival, uno de los grupos más esperados de este. Un poco de punk callejero californiano, otro de ritmos jamaicanos y el indescriptible Fat Mike liderando el cotarro. La idea de dejar para el final a los eternísimos NOFX no pudo ser más acertada. Esa desfachatez rematadamente punk de la que hacen gala la banda sobre el escenario, mezclada con sus toques de trompeta y algunas canciones tan memorables como Bob o Stickin In My Eye hicieron que su epílogo para el festival fuese inmejorable. Aunque se echaron de menos miticazos como Don’t call my white o Drugs are Good.

NOFX

Como cualquier otro festival, es Gasteiz Calling tiene sus más y sus menos. Pero en este caso, contar entre sus pros con una selección de grupos para el cartel que no se puede encontrar en ningún otro punto de la península, unidos al ambiente alavés y al buen royo que se respira por sus calles durante estos días, son características que hacen los contras muy pequeños. Sin duda volveremos a vernos.


Fotos: Yolanda Álvarez Fernández

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