Ya van más de cuarenta años desde que un grupo de chavales decidiera comenzar a sentar las bases de aquello que se conocería como punk. Cuatro décadas que sin embargo no han servido para contar con un grupo de referencia en este género dentro de Cataluña, ni una sola banda creadora de un clásico que colocar junto a la discografía de Eskorbuto y de La Polla Records en las estanterías o en las listas de leyendas, con el perdón de los Elektroduendes. Desconocemos el por qué del olvido sistemático de la región en este genero, pero si tenemos claro que Crim ha llegado para cambiarlo. Puede que sea pronto para hablar de hacer historia, pero lo cierto es que con tan solo tres discos a sus espaldas, esta banda tarragonesa esta empezando a dar que hablar y cualquiera que haya podido escucharles puede decir con casi total certeza, que esto es solo el principio. Poquito a poco, sin hacer mucho ruido (metafóricamente hablando) los Crim se han ido colando en el panorama nacional, ahora con un dios de los infiernos que nos ha dado unos cuantos kilovatios de fe a los que comenzábamos a perder la esperanza.

Crim, desde lo más alto del infierno

La noche del 19 de enero, la sala Wurlitzer tuvo entre sus paredes un concierto del que hablar dentro de unos años, aquel primer sold out que solo sería el comienzo de una historia. A pesar de que el evento se celebrara en uno de los fines de semana más fríos del invierno en Madrid, mucho antes de que comenzasen los conciertos, el desfile de punks, skins, hardcoretas y demás integrantes de tribus suburbanas ya comenzaba a organizarse en las puertas de la Wurli – también es cierto que podemos achacar la situación tanto a la emoción de la gente como a que los conciertos empezaron con retraso, eso sí, siendo la espera totalmente merecida.

Seguramente la primera banda que apareció sobre el escenario sepa bastante de noches de frío en la capital y colas en la puerta de la Wurlitzer. Los Nitropollo son más de Madrid que los yayos y por eso fueron probablemente la mejor elección para comenzar la noche. Una banda curtida en mil batallas con mucha personalidad y que parecía conocer a la perfección el escenario en el que se encontraba. Temas como What’s the Point o Poison comenzaron a caldear el ambiente que llegaría al punto de ebullición con su particular versión de Another Girl de los Only Ones. Todo ello enmarcado con un estilo con guiños de Western, que dotó a los asistentes de la energía necesaria para lo que estaba a punto de ocurrir. Mención especial a la felicidad irradiada por el baterista del grupo durante el transcurso de las canciones, así da gusto.

Tras ellos llegaría el gran momento de los Crim. Contábamos con la suerte de haber podido asistir a la presentación de su último disco, Pare Nostre Que Esteu A L’Infern, que realizaron en el gazteche de Vizcaya en el marco del festival Gasteiz Calling, por lo que comenzamos la noche del sábado prevenidos del espectáculo que estábamos a punto de presenciar, aunque no llegamos a contar con la enorme acogida por parte del público. Desde luego, que en pleno corazón de Madrid resonase un coro entonando letras en catalán, era algo cuento menos inesperado.

El estilo de punk rock de la banda catalana tiene influencias que suenan a asfalto británico, notas con un estilo muy hooligan que recuerdan a grupos tan míticos como los Cock Sparker y que confieren vocación de himno a casi todas sus canciones, las cuales hablan de calles, mossos d’esquadra y vidas de cuatro chavales que aún no parecen asumir su potencial. Prueba de ello, su entrada, visiblemente emocionados en una Wurlitzer llena hasta la bandera, “¿seguro que no me estáis engañando y sois todos catalanes?”.

Por otra parte, si había nervios tras la emoción del cantante ante su sold out de Madrid, es algo que no podemos saber, ya que el directo que ofrecieron fue sencillamente impecable. La energía de la sala podía casi tocarse desde sus dos primeras canciones, Potser no hi ha final y Temps, ambas tocadas sin un respiro por parte de la banda, e iría en aumento hasta su despedida. Después del parón de bienvenida y agradecimiento, seguirían con Sense Excuses, la que es, junto a su versión de  Prince of the rodeo de los Turbonegro una de las rarezas de su discografía, de las que no esperas escuchar en los conciertos aunque siempre se agradece la sorpresa. Continuaron con dos de las favoritas, Pare nostre sorte y el antihimno de La puta copa del rei, con una acogida por parte del público de las que hay que ver para creer. Después vendría un repaso de trayectoria bastante equilibrado entre los discos, lo que está bastante bien. Otra cosa que los que somos más puretas en cuanto a lo que conciertos se refiere podemos agradecer a los Crim es que son la viva demostración de que no se necesita tirar de parafernalia para dar un buen concierto. Sin grandes discursos más allá de algunas muestras de agradecimiento por el llenazo de la sala (las cuales no eran necesarias, solo había que ver las caras de emoción de los miembros de la banda), sin bailes ni piruetas de un lado para otro y únicamente con el apoyo del humilde escenario de la Wurlli, los tarraconenses dieron un espectáculo que podría haber servido para hacer vibrar a un estadio.

Sin duda el punto más álgido del concierto (más si como es el caso, te encontrabas en la primera fila) fue el de su final con Castells de sorra, cuando la gente y el pogo se transformaron en una auténtica locura. Terminar con una de las canciones del primer disco y  que la gente la coree como si no hubiera mañana es toda una demostración de fidelidad, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un concierto de un grupo de fuera que solo está comenzando a ganar notoriedad.

Tampoco es de extrañar, ya que bastan unos minutos de su discografía para darse cuenta de que Crim no se parece a ninguna otra banda de punk y naturalmente eso engancha. No se quedan en un bajo protagonista y el “mucha droga y puta policía”, cuentan historias de un mundo que a veces se queda pequeño y lo hacen sin llegar a caer en un nihilismo ochentero. Sus letras hablan de azules que se vuelven grises, de comprar abrigos mientras te arrancas la piel (una pena la ausencia de Blau sang, vermell cel en el concierto, para mí una de las favoritas), de gritos, sangre y arterias. Una suerte de herederos de los Fugazzi cantando en catalán. Que lo supere quien se atreva.

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